Turismo-ficción en la provincia de Burgos. Concurso de relatos colectivos.

Bases concurso

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Turnos saltados: 3 turnos

Fecha límite: 01/05/2016

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De los cañones a las estrellas (Relato 2)

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Mi novio, Koldo, era pintor. Solía plantar su caballete en el cañón del Rudrón, en lo alto de los roquedales. Mientras él pintaba amaneceres (me hacía madrugar muchísimo) yo me dedicaba a pasear y a veces bajaba hasta el río. Me fascinaban las libélulas y, a escondidas de Koldo, empecé a dibujarlas.
Lo cierto, es que desconocia esa faceta en mi, y bien pronto como las livianas libélulas que quedaban inmortalizadas en mi cuaderno quise explorar más allá de los amaneceres retratados en los lienzos de mi querido Koldo. En un apremiante frenesí que esos paisajes pintaran nuevas maravillas en mis retinas, anhelaba ver los secretos del paraje.
Fue uno de esos días cuando Koldo,conocedor de mis inquietudes, mé llevó a la Cascada de la Coladera, donde quede fascinada por las sinuosas figuras que esculpía el agua en la piedra. Se convirtió en uno de mis lugares favoritos y debo reconocer que pasé largas horas embelesada con el agua mientras Koldo trabajaba, fue ahí donde tuve el encuentro. Una extraña forma hizo acto de presencia entre la espesa neblina que se había formado. Por un momento, creí que mis ojos me estaban jugando una mala pasada, o que mi cerebro me estaba engañando. Pero no, esa forma estaba ahí, y yo me sentía atraída por ella. Por lo que, poco a poco, me fui adentrando en la neblina y acercando a la cascada.
Era una mujer agazapada. Lo que más sorprendía de ella no era su completa desnudez, sino que estuviera detrás de la cortina de agua completamente mojada sin signos aparentes de incomodidad. Al contrario parecía disfrutar de los chorros de agua. Intenté acercarme, tropecé y me caí. Al mirar al frente me percaté de que la mujer tenía pies de pato.
La mujer, el pato o lo que fuera dejó de interesarme. La espuma jugaba a transparencias eróticas. Nuestros cuerpos estaban al descubierto sin ningún pudor. Me acerqué a Koldo.Veía por primera vez unos atributos varoniles .Sin saber cómo nuestros labios se unieron.Me sentí aliviada cuando la turgencia de mis pechos rozó contra él.
Me tendí sobre la hierba,junto a Koldo al socaire de la cálida brisa, cuando nos llegó un rumor de susurros .Desde abajo, los formidables murallones se me aparecían como trasgos salidos de algún cuento de hada sobrevolados por un un ejército de nubes aborregadas,libélulas, de algodón Cerré los ojos y dejé volar la imaginación más allá del Rudrón.
Desperté, y me encontré cara a cara con las estrellas . Descubrí que me encontraba de nuevo en las cataratas,calada hasta los huesos y completamente confusa
En mi mano había una hoja de mi cuaderno, con un trazo desconocido para mí. El dibujo representaba a un Koldo atrapado por las fauces de la mujer de mi sueño. Llena de pánico, salí corriendo.
 Me alejé de allí lo más rápido que me permitieron mis piernas, y empecé a atravesar el valle del Rudrón. Estaba a punto de darlo por perdido cuando, en los roquedales, divisé a Koldo, corrí junto a él y le abracé. Con los nervios, aún tenía la hoja en mi mano, pero en ella no aparecía mi novio sino las libélulas. 
Ansiosa traté de explicar mi experiencia a Koldo, que me miraba atónito. Entonces me fijé en lo que estaba dibujando en el lienzo: era la mujer...con esos pies. ¿Qué sucedía? Era protagonista de algo inexplicable, una discordancia entre espacio y tiempo. Sueño y realidad se entremezclaban. Aquel lugar era más que mágico. Miré las estrellas.
 Una refulgía y parpadeaba en una especie de guiño. Miré a Koldo que me sonreía.
Nueve meses después nació Ana que nos sumió a los dos en un embelesamiento. "Todo bien" dijo la enfermera. "Tan solo una mancha de nacimiento sin importancia". Ya en mis brazos inspeccioné el cuerpo de Ana: ahí estaba, una preciosa libélula azul marcada en su manita.
Filtros:
  • Situación de la acción: Parque natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón. 

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